Erase una vez el calcio. Puede sonar a título de película de Hollywood. Pero no. Estamos hablando del fútbol italiano. Los más pibes posiblemente no lo saben, pero el calcio era la meca del fútbol en los años ’80. Además de Diego Maradona estaban Zico, Lothar Matthaeus, Michel Platini, Karl Heinz Rumenigge, Daniel Passarella, etc etc. Todos los grandes monstruos del fútbol de aquellos años.
Dominaba la Juventus de la familia Agnelli hasta que el entonces todopoderoso empresario Silvio Berlusconi compró al Milán. Aterrizó en helicóptero en el estadio Giuseppe Meazza de San Siro, dilapidó millones en refuerzos y armó un equipo fabuloso. Pero inició también la competencia que infló los precios. Un rival compraba al crack de turno aunque no tuviera cupo de extranjero para incluirlo en el plantel. Lo compraba por las dudas. Para evitar que se fuera a la competencia. Como si Manchester City buscara al "Diablito" Echeverri solo porque teme que lo compre Manchester United.
No podía ser de otra manera. Aquella locura terminó con presidentes de clubes presos por estafas, clubes semiquebrados y nuevas y más duras regulaciones para evitar otro despilfarro. Paradójicamente, un debate similar se vive en estas horas, porque el gobierno italiano quitó al fútbol el privilegio fiscal que permitía fichar a extranjeros a un costo menor. Pero aquel primer freno de los años ’90 fue cuando el calcio perdió su trono de meca del fútbol mundial a manos de la Premier League, nacida en 1992, con dineros de todo el mundo que aterrizaron al Reino Unido favorecidos por la política de desregulaciones de Margaret Thatcher.
Locura económica al margen, la Premier mejoró al calcio como espectáculo global no solo por negocio. Su fútbol fue infinitamente mejor. Más audaz. Espectáculo garantizado hasta el último minuto. Si el City hizo la gran diferencia estos últimos años no fue solo por el dinero de Abu Dabi. Fue también porque contrató al mejor DT del mundo, Pep Guardiola.
Toda esta crónica tiene como intención contar que este es un fin de semana con fútbol inglés atenuado (sin Premier League, solo partidos de Copa) y entonces el calcio tuvo más protagonismo. Y el sábado por la mañana el líder Inter logró un triunfo de locos contra Verona, que está entre los últimos. Empate inesperado 1-1 sobre el final de Verona, 2-1 polémico de Inter en tiempo extra y, en el último segundo, penal fallado por Verona con uno menos.
Super emotivo. Pero el partido fue de discreto para abajo. Solo esos minutos ofrecieron espectáculo. Con jugadores de menor calidad, el calcio sigue por momentos demasiado aferrado a la vieja lógica de cuidar primero tanto el arco propio que nos olvidamos del arco rival. En eso, no solo en el dinero, en el espectáculo generoso, en la apuesta permanente, la Premier League sigue sin tener rival.